ENTRE LA LIBERTAD Y LA RESPONSABILIDAD
Aristóteles sostenía que para actuar con libertad una
persona primero debe elegir como hacerlo: esta elección implica un momento para
reflexionar y decidir de qué manera va a obrar frente a una determina
situación.
Sin embargo, muchos filósofos se han preguntado si cuando
actuamos lo hacemos de manera libre, las respuestas que se han dado pueden
agruparse en dos corrientes filosóficas que contestan estas preguntas basándose
en ideas opuestas. Se trata de la tesis determinista y la tesis de la libertad.
·
Determinismo.
Plante que siempre actuamos condicionados por causas ajenas a nuestra
voluntad que tienen origen en lo biológico, psicológico y social; o sea que
nunca elegimos libremente porque siempre van a existir circunstancias que
determinan nuestras opciones. Una
reacción violenta frente a un conflicto, o una adicción al juego, por nombrar
dos comportamientos posibles, se explicarán a partir de causas psicológicas o
sociales que hacen que la persona no tenga alternativas para actuar de otra
manera: está determinada por una cierta situación.
·
Tesis de
la libertad. Se basa en la idea que para constituirnos de personas debemos
elegir de manera permanente, y esa posibilidad de elegir a cada paso nos coloca
frente a nuestra libertad. Si bien es cierto que no elegimos absolutamente
todo, como, por ejemplo, nacer en un lugar específico (una época, un país, una
clase social), siempre que haya posibilidad de elección somos libres, incluso
en situaciones límites, por ejemplo, al decidir delatar a alguien bajo tortura
o no hacerlo. Esa posibilidad de elección es lo que llamamos libre albedrío.
Sin embargo, con el paso del tiempo, diversas
disciplinas, como la filosofía, la historia, la sociología y la antropología,
han demostrado que, si bien es cierto que somos personas libres, también es
real que nuestras elecciones son el fruto de un contexto sociocultural que nos
define como personas. Además de nuestras elecciones no siempre coinciden con
aquello que queremos hacer, sino con lo que necesitamos hacer en determinado
momento de nuestras vidas.
La liberta de acción
Los seres humanos tenemos una característica inmediatamente
vinculada con la libertad: somos seres
de acción. Las personas actuamos, y al hacerlo, ponemos en juego nuestra
libertad, y al mismo tiempo ayudamos o impedimos que otros actúen y ejerzan su
libertad.
Entenderemos por acción
a toda conducta humana individual o grupal motivada por algo.
El filósofo alemán Max Weber explicaba que en la “acción
está contenida toda la conducta humana en la medida en que el actor asigna un
sentido subjetivo”. Dicho de otra manera, significa que en cada cosa que
hacemos, por más insignificante que sea, está representado todo los que somos
como personas. Y que esa acción tiene un sentido específico debido a nuestra
subjetividad.
Todas las personas actuamos con alguna finalidad y hacemos
las cosas por algo. Algunas veces las acciones se realizan de manera espontánea y sin reflexionar.
Otras, en cambio requieren de una decisión
premeditada. Las acciones que
realizamos tienen consecuencias, es decir, somos responsables por ellas.
¿Por qué actuamos
como actuamos?
Saber los motivos por los cuales actuamos de una u otra
manera no responde a la curiosidad, sino a entender las causas de nuestras
acciones. Podríamos alegar que lo hicimos por nuestro libre albedrío, porque
somos personas libres y hacemos lo que queremos. Pero sabemos que esto no
siempre es así, que simplemente no podemos hacer lo que queremos, porque hay
pautas de conducta que debemos seguir, porque existen leyes que indican que hay
que cumplir y porque, en definitiva, están los límites morales que nos indican
qué es lo correcto y qué es lo incorrecto.
Ahora bien, esas pautas de conducta, esas leyes y límites
morales muchas veces no dependen de nosotros, sino que nos son legados por la
sociedad. Es más, según la sociedad en la que vivamos, tendremos pautas, leyes
y límites morales específicos que pueden o no coincidir con el que tenga otra
sociedad.
Es decir que la sociedad, a través de un largo proceso
histórico, establece las pautas de conducta de sus miembros. Este proceso es
dinámico y cambiante, y lo que antes parecía incorrecto, hoy puede ser válido, y
viceversa. Pero, definir qué es lo correcto y qué no es un dilema ético que
tendremos a lo largo de la vida. Se suele decir que nunca hay que hacer a los
otros lo que no nos gustaría que nos hagan. Ese es un buen parámetro para saber
qué es lo correcto y qué no. Se trata de no herir a nadie con nuestras
acciones, no solo en términos físicos, sino también emocionales. Pero incluso
puede haber cosas que a nosotros no nos molesten y a los otros sí. Por eso, la
mejor forma de actuar éticamente es el respeto a los demás, que es la base de
la convivencia social.
Todos tenemos la misma ambición de ser libres, de hacer lo
que queramos cuando lo deseamos y de que nadie nos diga qué o cómo lo tenemos
que hacer. Es algo normal y responde a un impulso natural del ser humano de
gozar plenamente de su libertad. No nos gustan los límites, nos cuesta
adaptarnos a las normas y, muchas veces, rechazamos las pautas de conducta que
se nos imponen. El tema es que solo podemos ser sujetos plenos de derecho en la
convivencia ciudadana. O sea, es solo en el marco de la vida en sociedad en
donde podremos alcanzar el mayor grado de libertad posible.
Si para ser libre necesito de los otros, no tengo más
alternativa que aprender a convivir con ellos y así, también, adecuarme a las
normas de coexistencia social. Esta convivencia no debe convertirnos en seres
pasivos de un orden que se nos impone, sino, por el contrario, debería
transformarnos en ciudadanos críticos y activos, en procura de una sociedad
mejor, en donde las problemáticas más agudas de la actualidad, como la pobreza,
la desigualdad y la degradación del ambiente, no sean cuestiones que nos
provoquen indiferencia, sino mayor compromiso.
Aquí podemos unir y repasar los conceptos que vimos en el
capítulo. Somos seres individuales que vivimos en una sociedad diversa y
compleja, y es la vida en sociedad donde se garantiza nuestra condición de
ciudadanos. Esta ciudadanía nos iguala a todos, aunque seamos diferentes por
naturaleza. Además, somos en tanto hacemos y tomamos decisiones, y nuestra
forma de actuar es una forma de relacionarnos con los otros. Ello implica la
adopción de pautas éticas de conducta para saber qué es lo correcto ante cada
dilema moral que se nos presenta.
En síntesis, hay un marco de convivencia
social que se expresa en la idea de la justicia, que nos otorga a todos los
mismos derechos. En ese plano de igualdad en el que todos tenemos derechos
idénticos, nuestra libertad debe enmarcarse en la responsabilidad ética de
nuestras acciones.
Tipos de acciones
Según Aristóteles
existen dos tipos de acciones las voluntarias o involuntarias.
·
Las voluntarias
son las que decidimos realizar las circunstancias y sin que seamos
obligados, es decir, elegimos llevarlas a cabo y por lo tanto se nos puede
atribuir responsabilidad.
·
Las involuntarias
son las que se realizan con
ignorancia sin que haya intención sobre el resultado de esa acción. Aristóteles
agrega que una acción es realmente involuntaria si la persona que la realiza
expresa arrepentimiento en el caso de provocar un mal.
Otro tipo de clasificar a las acciones es:
·
Acciones
individuales. Cuando un solo individuo actúa y lo hace con motivos o una
finalidad individual, por ejemplo, lavarse los dientes.
·
Acciones
sociales. Se trata de acciones (individuales o grupales) motivadas por las
acciones de otras personas y en un contexto social, por ejemplo, jugar a un
partido de rugby.
·
Acciones
colectivas. Cuando las acciones las realizan un conjunto de personas que
comparten motivos y objetivos.
Los motivos de la
acción
Un motivo es la
razón que uno tiene o cree tener para decidir actuar de determinada manera, es
el porqué de una acción. En la
realidad las motivaciones suelen combinarse, pero para reflexionar sobre las
acciones humanas es útil distinguir entre distintos tipos de motivos.
·
En algunos casos el motivo es la costumbre. Actuamos porque resulta
habitual, porque es así como lo indican las reglas de la sociedad, o del grupo
al que pertenecemos. Lo que otras personas vienen realizando desde hace tiempo
tiene gran influencia, aunque a través del tiempo las costumbres se modifican.
·
En otras acciones, los motivos que predominan
son de tipo afectivo o emocional: darle
un abrazo a una persona querida, enojarse cuando una situación es injusta o
celebrar el triunfo de un deportista,
por ejemplo. Estas acciones no se guían por la razón, sino por las pasiones y
los sentimientos.
·
También hay acciones racionales cuando los actores evalúan los medios de los que
disponen y como utilizarlos, ya se para lograr un fin o para proteger
determinados valores. En el primer caso las personas identifican un objetivo o
fin y elijen los medios para alcanzarlo: un estudiante se propone aprobar un
examen difícil y por eso decide estudiar el fin de semana y no salir. En el
segundo caso, el curso de acción está determinado por la adhesión a ciertos
valores, como podría ser el sentido de justicia o el respeto por las ideas de
los demás.
- Lean el texto anterior y respondan:
- Expliquen con sus palabras la tesis de la libertad y la tesis determinista.
- ¿Por qué se dice que nuestra libertad puede estar condicionada?
- ¿Qué es una acción? Expliquen con sus palabras porqué las acciones expresan nuestra subjetividad.
- Armen un cuadro sinóptico con la clasificación de las acciones.
- ¿Qué motivos explican el accionar humano?
- ¿Qué relación existe entre conducta y sociedad?
- Armen un párrafo relacionando los siguientes conceptos: sujeto pleno; convivencia; libertad; pensamiento crítico y reflexivo; problemas sociales.
ACLARACIONES:
- Las respuestas deberán ser enviadas a: luciadlvega@gmail.com , detallando nombre y apellido del alumno.
- Las resoluciones deberán ser enviadas el martes 31/03 y serán luego firmadas en sus planillas de tareas.
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